lunes, 24 de mayo de 2010

Picó sin mucho disimulo


A los 39 años, Luis Lazarte, el Mosquito, consiguió el título minimosca de la FIB tras vencer por puntos, en Mar del Plata, al colombiano Carlos Támara.

Para quienes no creían. Para aquellos que se burlan de sueños ajenos y, producto de ello, dejan de soñar por sí mismos. Para los que se sentían opinólogos y vieron sus teorías retorcerse, equivocas, en la lona. Para los que creen que las frases hechas son inquebrantables y que en la velada marplatense en el Estadio de Once Unidos se encontraron con que el tren no pasa sólo una vez, sino seis. Ante todos ellos, los ojos derramados del pequeño Luis Lazarte.

Porque las cinco oportunidades perdidas quedaron en el retrovisor. El parabrisa brinda un mejor paisaje, una perspectiva real y certera que acaudala lágrimas: el Mosquito, ese al que se le presentaba una circunstancia única, es campeón mundial minimosca de la FIB. Esa racha negra cuando el cinturón estaba en juego, ya es cuento. Lazarte anoche comenzó otra historia y, con 39 años en el lomo, destronó a Carlos Támara con la guapeza argentina como bandera.

Encontrando de entrada esos espacios para meterse en la distancia corta y complicar a un rival que le sacaba 15 cm. Un colombiano que parece no aprender más a manejarse desde lejos. Ya Omar Narváez le había dado una lección de boxeo en el 2008 en Puerto Madryn (PP12 con el Huracán). Era su primera defensa después de noquear al ex campeón Brian Viloria y Lazarte supo jugar con eso y tuvo agresividad excesiva desde el comienzo. Tanta, que el colombiano, terminó cortado por un cabezazo en el primer round.

Pero Támara nunca le encontró el ritmo al combate. El Mosquito tenía sed, era avasallante con los golpes y, a ritmo de bombos camioneros, se sentía más local que nunca. En el rincón de enfrente no reconocían a su boxeador, quien nunca dio señales de reacción. Las tarjetas en el final le dieron el exagerado obsequio del fallo dividido: los jueces Valery Dorsett (EEUU) y Roberto Ramírez (Puerto Rico) dieron como vencedor a Lazarte por 115-113 y 116-112, pero Samuel Conde (también de Puerto Rico) vio ganador al defensor del título por 115-113.

Un regalo para un desconcentrado y desconcertado colombiano. Que se topó con alguien que sentía la necesidad imperiosa de no dejar pasar el último tren. Y al que la presión jamás le jugó en contra. El diablo sabe por diablo pero más sabe por viejo. Para Lazarte, nada de esto. “Viejo es el viento y todavía sigue soplando”, diría ya con el título minimosca FIB entre sus puños. Si el viento sigue soplando, el Mosquito, entonces, todavía sigue picando.

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