martes, 24 de agosto de 2010

¡Convocalos, Bielsa!

Franklin Lobos es uno de los 33 sobrevivientes atrapados en la mina chilena de Atacama. Fue delantero de Cobresal, lo mandó a Zamorano al banco, y hasta vistió la camiseta de la selección. Un milagro. Marcelo, se merecen lo mejor...

“Lo que pasa es que, en los años 70 y 80, los futbolistas cotizaban como empleados particulares. En 1983, se cambia al nuevo sistema y muy pocos hicieron el cambio…”. Carlos Soto, presidente de la Asociación de Futbolistas Profesionales de Chile, es el dueño de estas palabras. Una interpretación de por qué Franklin Lobos López, con sus 53 años y su pedigree futbolero, es uno de los 33 sobrevivientes del milagro de Atacama…

Es un tema social. Gremial. De rebote mundial...

La noticia recorrió el mundo. Y era una noticia de las buenas. Tanto que la anunció oficialmente Sebastián Piñera, el presidente trasandino. Lo que parecía una tragedia nacional terminó en fiesta popular. Desde hace 17 días, 32 trabajadores chilenos y uno boliviano, quedaron sepultados a 700 metros de profundidad tras un derrumbe en la mina San José de la empresa San Esteban, en la región de Atacama, a 80 kilómetros de Copiapó y a 800 de la capital Santiago. Ayer por la tarde, después de la enésima excavación, hubo pruebas de vida. La frase escrita mano, con fibrón rojo, sobre una rugosa hojita de papel, les devolvió el semblante a toda una nación. Y la felicidad cruzó todas las fronteras. “Estamos bien en el refugio los 33”, se leía. Uno de ellos era Franklin Lobos López.

Como buena parte de los habitantes del norte chileno, la minería es la fuerza de trabajo que moviliza a la región. Cobreloa, en Calama, es el abanderado de estos clubes chicos que se forjan bajo tierra y en pleno desierto. “Para la gente de Calama, la vida consistía en terminar cuarto medio –nuestro Secundario-, salir del colegio y trabajar en Codelco. Trabajar en una mina era lo máximo porque llegar a la Universidad de Antofagasta era muy difícil”, recuerda el Chifli Rojas, un lugareño que hoy es ayudante de campo en Santiago Wanderers. Aunque lo de Lobos no era una excepción a la regla. “Hay muchos futbolistas ex profesionales en la mina. Como en todo el Norte. Como su vida laboral es sólo hasta los 36 años, las compañías mineras, que son dueñas de los equipos, les ofrecen trabajo en la mina”, comentaba William, uno de sus sobrinos. Y Franklin, con 53 años, aceptó el reto. Mientras despuntaba el vicio dándole a los tiros libres en el amateur equipo de Comercio, optó por hacer las veces de chofer de la empresa. Llevar y traer a los mineros bien abajo, sacarlos para almorzar, devolverlos a sus tareas… Y así todos los días. Siete se trabajaban, siete descansaban. Alternadamente. Hasta que la luz se apagó.

El Mortero Mágico, como se lo conocía, jugó en La Serena, Santiago Wanderers, Regional Atacama, Cobresal, Deportes Iquique, y hasta vistió la camiseta de la selección chilena que se clasificó a los Juegos Olímpicos de Los Angeles en 1984. Tres años más tarde, en Cobresal, vivió una situación particular. Cerquita del retiro, pero titular inamovible, su presencia mandaba al banco de suplentes a un joven… Iván Zamorano. “El era la figura del equipo y yo apenas entraba algunas veces. Me acuerdo de que una característica que nunca volví a ver en otro jugador: en los tiros libres golpeaba la pelota con el tobillo dándole un efecto especial a la pelota. Ahora pido a Dios que puedan salir sanos y salvos”, recordó y rogó el propio Bam Bam.

Cuando la noticia se conoció en la tarde de ayer, hubo festejos en el centro de Santiago y por las callecitas del Norte, se vieron camisetas de todos los equipos mineros de la región. Era el triunfo de todo un país. Los jugadores de Cobresal les dedicaron a los sobrevivientes el triunfo de visitante ante O’Higgins de Rancagua y hubo augurios en todas las canchas chilenas, a casi seis meses de uno de los más grandes terremotos que el país vivió. Todos se abrazaron. Dentro y fuera del refugio…