Contepomi fue héroe de una histórica tarde para Los Pumas: 31 puntos, dos tries, paliza a Francia y fiesta en Vélez.
Agarrate, Catalina! Que papá te vio. Está cantando el Himno, hizo un paneo por la platea y te encontró. Ahí en la primera fila, sobre la falda de tu tío Bebe, y lagrimeó, se encendió. Momento mágico. ¡Agarrate, Francia! Felipe Contepomi está enfocado, está en todas. Cata, cuatro añitos, y su mamá Paula llegaron de Francia el jueves. Se perdieron la serie con Escocia -se perdieron poco- pero no faltan a Vélez. “Pa-po-te, pa-po-te”, repite la nena mientras el 10 las hace todas. “Feliiiipe, Feliiiipe”, estallan las 25.000 personas cuando apoya el primer try de una tarde inolvidable, histórica, para Feli y Los Pumas.
El apertura se divierte. Se le nota. En su primera conquista reflota un clásico: el festejo Topo Gigio, acuñado alguna vez por Juan Román Riquelme para protestarle a Mauricio Macri, que él ya usó varias veces con la Selección y en Leinster, su ex club irlandés. “No fue dedicado a nadie en particular. Lo que pasa es que soy muy futbolero”, explica después, con una sonrisa. En el segundo try innova en su repertorio: se acuesta en el ingoal, de coté, y sostiene la cabeza con una mano, como reposando en un futón. Todo en complicidad con el público, que otra vez le regala el “Feliiiipe, Feliiiipe”. Un reconocimiento individual casi inédito más allá de la banca que siempre tiene la Selección en casa. A esa altura, Los Pumas ya ganan por un impensado y contundente 41-13; de a poco se empiezan a sacar de la espalda los kilos de bronca y frustración por las flojas actuaciones contra los escoceses. Una tercera derrota al hilo iba a pegar durisimo. Pero, una vez más, este equipo pone el freno en el momento justo y pega el volantazo.
No lo hace a pura patada a los palos y al fondo. Se empecina en demostrar que quiere y puede jugar. Felipe, por supuesto, es el cerebro, el motor. Es el Messi de Maradona, con esos slaloms entre rivales que no logran atraparlo; pero también es Mascherano, por lo que mete y contagia; o Verón, por lo que habla y ordena -hasta por la pelada-. “Hay partidos que disfrutás desde la tribuna y otros, como éste, desde adentro de la cancha”, elogia Mario Ledesma en referencia a la tarde de Contepomi. Y agrega que el 10 parecía de PlayStation. Feli, un vieja guardia (32 años, 68 tests), aclara: “No juego a la Play”. Lo suyo no es virtual, es real. Así deja atrás una dolorosa ausencia de 19 meses, por una lesión de rodilla.
Treinta pelotas llegan a sus manos. Juega: 14 veces se la guarda y gana metros; 12 veces la pasa y sólo cuatro las patea (tres en los 22 metros propios, como recurso defensivo, y un drop fallido). “Hoy se nos dieron todas. Porque propusimos y nos salieron las cosas. Es importante porque nos ayuda a seguir creyendo en nuestro trabajo, en que vamos por el buen camino”, comenta. Los franceses, que ya lo sufrieron en el Mundial, ahora lo tienen adentro, jugando para Toulon.
Vélez también es fiesta porque Felipe, además de jugar, mete con el pie: cinco penales y tres conversiones, 80% de efectividad. Termina la faena y no para. Saluda uno por uno a Les Bleus, consuela a un emocionado Vergallo, se abraza con su ladero Fernández Lobbe -otra bestia-, recibe la copa y enfila hacia un costado. La busca. Su hermano Bebe la levanta. Ella lo saluda y él, baboso, le levanta los dos pulgares. ¡Agarrate, Catalina!